domenica 19 agosto 2012

Win Win (2011)


Los personajes de McCarthy sienten esa necesidad de aproximarse los unos a los otros, pero siempre a través de un movimiento lento, sinuoso, muy tímido. Claro que al principio hay un muro difícil de franquear, el del escepticismo y la desconfianza, que toman forma en los rostros duros e inexpresivos de Finn, Walter y Kyle, individuos de buen corazón pero embarrados vitalmente por diversas circunstancias. Sin embargo, pese a esta resistencia, el acercamiento hacia quienes, por azar, tienen a su lado, se produce; late en ellos una tremenda solidaridad, un impulso a identificarse con los problemas del prójimo. McCarthy nos permite llegar a estas intuiciones con un itinerario visual muy sobrio, escenas breves, parcos diálogos y un apoyo constante en la expresión de los intérpretes. Un discurso «mínimo», en definitiva, por el que se otea ese poderoso paisaje humano, siempre de una forma muy discreta, sin llamar la atención.


Win Win es una película que transpira cotidianidad por los cuatro costados. McCarthy nos acomoda en este pequeño universo que, rápidamente, hacemos nuestro por lo empáticos que nos resultan quienes lo integran: gente noble, humana, con sus debilidades y flaquezas, que lucha por salir de la telaraña en la que están sumidos. Seguro que no figurará en las antologías de lo mejor de la década, pero, fuera de modas, tendencias y vanguardias, estoy convencido de que seguiremos disfrutando con ella porque se trata de una película auténtica. Y esperanzadora, lo que no está nada mal en estos tiempos de tantísimo descreimiento. Y creo que Tom McCarthy puede llegar a ser una de las grandes personalidades en el cine independiente norteamericano de los próximos años.





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