Aturdidora historia, que a golpes de realidad nos enganchará, haciendo que busquemos el sentido de toda la historia y que no termina de llegar hasta el final. Unas interpretaciones cien por cien naturales, añadirán un aire de realidad que ayudará a olvidar que estamos viendo una película y no un documental rodado en la vida real. Os resultará sorprendente la sencillez con la que se desarrollan las vidas y situaciones diarias de los personajes aderezados con unos comentarios y situaciones totalmente frescos y actuales, que lograrán hacernos reír y llorar por igual, demostrando que por muy mal que estén las cosas, siempre hay un camino hacía la felicidad y que sólo el que se rinde no logra encontrarlo.
Todo forma parte de un retrato cuyas virtudes pasan por descartar la posición de juez moral sobre aquello que expone, capaz de descartar el tremendismo en momentos prestos a ello —el estallido en carcajadas frente al increíble testimonio de una adolescente— sin por ello dejar de celebrar la labor capital de un grupo humano dispuesto al sacrificio personal para proteger uno de esos tesoros que toda sociedad debiera salvaguardar: la infancia y la inocencia que le pertenece.
En un tono y registro que no difiere en espíritu al de ese formato documental, la película de Maïwanne se mantiene firme en esa búsqueda de una mirada objetiva, una distancia que sólo se permiten romper los personajes cuando el caso apela directamente a su identidad y vicisitudes.
Ganadora del premio del jurado Cannes 2011.
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