venerdì 17 agosto 2012

C.R.A.Z.Y. (2005)



En una historia centrada en las relaciones entre los protagonistas y que se fundamenta en las reacciones que los actos de cada uno de ellos provoca en los demás es difícil salir airoso sin una buena química actoral. A este respecto no hay lugar a la discusión, la solidez interpretativa de los protagonistas es indiscutible y en líneas generales todo el elenco aprueba con nota. A destacar un Michel Côté inconmensurable en un papel nada fácil, el de padre que intenta amar y enorgullecerse de su hijo pero cuyos ideales no se lo permiten. Siempre desde la contención, Côte es capaz de transmitir en cada momento los sentimientos de su personaje como solo los grandes pueden hacerlo, con el merito añadido de que estos sentimientos son en la mayoría de los casos contradictorios. Menos contenida pero sin caer en el histrionismo, su pareja Danielle Proulx nos regala otro bombón de personaje en un homenaje precioso a la figura de la madre. Por último están los dos actores que interpretan a Zac, el niño Émile Vallée, ante cuyas sonrisas y expresiones es imposible no rendirse, y el joven Marc-André Gordin en otro papel muy complejo. Puede que la actuación de este último, con muchos cambios de registo, sea la más discutible, pero es muy coherente con la lucha interior del propio personaje.

Hay veces que por mucho análisis que se hagan es imposible llegar a la conclusión de porque hay ciertas películas que tienen alma y otras no, y “C.R.A.Z.Y.” la tiene, de eso no cabe duda. Sin embargo y debido al estigma de la homosexualidad, hay mucha gente que nunca llegará a disfrutarla. Y es que en la mayoría de las películas que hablan de romper prejuicios, el primer prejuicio que se tiene que romper es el del espectador. Algo que en este caso y sin duda, merece la pena.




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