Pese a su estreno en Venecia donde Marchante, Boyero y compañía quedaron ‘anonadados’ (en el peor sentido de la palabra) por la última de Miike quedó claro que ciertas películas no son para ciertos festivales. Sitges, por ejemplo, puede acoger sin reparos a la completa filmografía de uno de los francotiradores más prolíficos y conocidos del v-cinema japonés. Su revisión del spaguetti-western intenta ser calzada bajo el mandato de sus formas. Sobra algo de metraje pero la combinación de géneros funciona en su formato más pulp. Si algo destaca de Tarantino o Miike es que siempre se encuentran en la más celebrada juventud y pretenden seguir siendo jóvenes. Me imagino que llegará un momento en el que ambos, por edad, unifiquen el gusto de distintas generaciones.
Miike ya engatusó a jóvenes con filmes con ánimo de culto como “Dead or Alive” o “Audition” y lo sigue haciendo después de ocho años; Tarantino captó a toda una generación con cintas como “Reservoir dogs” o “Pulp Fiction” y sigue igual de fresco o más en “Kill Bill” o “Death Proof” reunificando géneros y seguidores.
El pecado capital de “Sukiyaki western Django” es que acaba siendo demasiado plástica por la vía clip y el sensacionalismo adolescente friqui-pajillero del referente cinéfilo-alternativo. Es escasamente salvaje, loca y brutal como algunas obras del director de “Visitor Q” lo que lleva a pensar que el filme es un simple encargo anclado por la batuta tarantinista.
Nessun commento:
Posta un commento