martedì 2 ottobre 2012

La pasión de Cristo (2004)


El sacrificio de Jesús en carne viva. ¿Gore? Sí: como la crucifixión, no es un espectáculo de consumo y palomitas. ¿Gratuita? Cada latigazo se te clava en la piel, pero para arrancarte un pecado: así se entiende la purga del Mesías. ¿Antisemita? ¡Por favor! Cristo era judío y la película no añade ni una coma a lo que dice el Nuevo Testamento en ese sentido. Reciben los sumos sacerdotes, los romanos y los apóstoles, parábola del cristiano acomodaticio ante la hostilidad del mundo.

Es verdad que, visto los prodigios visuales de Gibson y de sus asistentes de planificación y fotografía, a uno le queda la sensación de que una versión menos cruda, más humanista que sobrehumana, hubiera encontrado mayor recepción. Pero el contraste entre los flash-backs (un lujazo de quilates, por su lirismo y su sentido) y el martirio resulta sobrecogedor, tremendo, brutal.

Todas las secuencias del Diablo y aquellas donde se advierte la figura de Dios están resueltas de forma impactate y emergen como un redescubrimiento visual del Calvario, y eso no era fácil. Y las interpretaciones resultan soberbias, apoyadas por el uso del latín y el arameo.  Un ajustado reparto, la conmovedora partitura de Debney, el gran trabajo de fotografía y un esforzado departamento de diseño de producción aportan su granito de arena en este film duro y a la vez hermoso, imperfecto pero sin duda apasionado ejercicio de dirección que difícilmente dejará indiferente a nadie.




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