martedì 31 luglio 2012

Los falsificadores (2007)



El guionista y director austríaco Stefan Ruzowitzky se basó en las memorias de Adolf Burger -uno de los sobrevivientes de los hechos que se describen- para reconstruir la historia real de Salomon Sorowitsch, un bon-vivant y famoso falsificador de la ciudad de Berlín que fue detenido y deportado al campo de concentración de Sachsenhausen, donde fue obligado por los nazis a participar junto con otros 140 expertos judíos en la denominada Operación Berhard, que consistió en fraguar 134 millones de libras (el triple de las reservas británicas de la época) y unos cuantos dólares para sus captores, que se encontraban prácticamente en bancarrota a finales de la Segunda Guerra Mundial. La idea, que estuvo bastante cerca de concretarse, era introducir en el mercado esa suma en billetes y bonos supuestamente emitidos por el Banco de Inglaterra para hacer quebrar la economía de ese país.

Con un soporte musical que incluye media docena de tangos clásicos interpretados por el gran armoniquista Hugo Díaz (el personaje protagónico era un enamorado de la Argentina y, según se dice, terminó sus días en nuestro país, donde murió en los años 60), el film incursiona en una historia muy potente que aborda un interesante dilema moral (que ya plantearon decenas de intelectuales de Primo Levi a esta parte) sobre los límites del colaboracionismo y del concepto de supervivencia del más apto en el Holocausto.

Los falsificadores -sin ser extraordinaria- está narrada con mucha solvencia, con una excelente reconstrucción de época, con un elenco muy sólido (se destaca de forma nítida Karl Markovics en el contradictorio -despreciable y querible a la vez- personaje central), con una puesta en escena que no exagera ni subraya el grado de violencia y vejación de las víctimas y que aborda tanto las aristas generales del caso como la intimidad de sus protagonistas, pero que quizá se queda a mitad de camino en su exploración y reflexión sobre las cuestiones éticas y morales apuntadas. No estamos, por cierto, frente a la mejor película que haya ganado el Oscar extranjero, pero sí ante un thriller muy profesional que permite sumergirnos de lleno en una de las historias más apasionantes de un período clave como el de la Segunda Guerra Mundial.

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