martedì 31 luglio 2012

Ciudad de Dios (2002)


Pocas películas son capaces de aunar todos los elementos y técnicas del cine moderno con bajo presupuesto, revolucionar las taquillas y lograr poner de acuerdo a público y crítica. Ciudad de Dios, una película definitiva desde su primer fotograma, logró que Fernando Meirelles saltara a la escena mundial junto con sus jóvenes actores y su propuesta de cine agresivo con mensaje deprimente que convenció a unos y otros, exigentes y complacientes. El film se plantea en varias capas, desde la más externa donde Meirelles diseña una puesta en escena brillante e intrincada y una más interna donde asistimos a los efectos de la pobreza en forma de tráfico de drogas y violencia en los suburbios de Río de Janeiro.

La película tiene como mayor protagonista a Ciudad de Dios, un suburbio brasileño donde el gobierno ha agolpado a las familias más pobres que han sufrido recientemente el azote de unas riadas. La modestia de la solución junto con las pocas expectativas de futuro formaron entonces un cóctel explosivo que se fue alimentando con los años y que Buscapé, el narrador encargado de contarnos la historia del barrio, nos va relatando a través de los acontecimientos más importantes del barrio. Desde los avatares del trío Ternura hasta la guerra abierta entre las bandas, momento en el cual Ciudad de Dios saltó a la prensa, Buscapé nos va explicando los orígenes de los protagonistas y las causas del conflicto que tiene atenazado al barrio que, más que deprimido, está condenado. Con un juego de narración exquisito gracias al fantástico guión de Bráulio Mantovani y que Meirelles engrandece con sus transiciones claras y eficientes, llegamos a conocer a un numeroso grupo de personajes - actores no profesionales, por cierto-, que van desde el afable Bené al temible Zé Pequeño, una suerte de cacique sin escrúpulos cuya ley es la pistola y sus ideales el dinero y el poder. Ciudad de Dios transcurre así en sus algo más de dos horas de metraje a una velocidad de vértigo, entre violencia, tensión y una brizna de esperanza.

Nessun commento:

Posta un commento