venerdì 27 luglio 2012
La partida (1967)
Jean-Pierre Léaud interpreta a un aprendiz de peluquero mucho más
fetichista con los cilindros que con el cabello que lava y con las
pelucas que entrega a domicilio. La película sigue el insólito recorrido
de este adolescente que sueña con correr en un rally y se inscribe sin
dinero al volante de un Porsche que no es suyo. Sobre esta intriga
mínima se expande toda la inventiva visual del director y se despliega
una actuación física fuera de serie de su alter ego (la película es
también un retrato de Jean-Pierre Léaud), que intenta reunir el dinero
por distintos medios deshonestos, pide prestado un Porsche a su dueño e
implica a Michèle (Catherine-Isabelle Duport, que venía de filmar junto
a Léaud Masculino Femenino de Godard) en la aventura al ritmo del free-jazz de Gato Barbieri. Bajo su ligereza manifiesta y reivindicada, La partida
señala una inquietud sobre ciertas compulsiones y desajustes que
parecen proceder del deseo de posesión de objetos de consumo, tema
presente en Barrera y sobre todo en ¡Arriba las manos!
Una secuencia formidable de pugilato a raíz de un accidente de tránsito
pone en relación a los protagonistas con inmensos carteles
publicitarios. Los personajes de la publicidad parecen espectadores de
la escena con un aire solidificado hilarante que recuerda nuevamente a
Godard con su uso del grafismo comercial en Made in USA. La
partida es una película viva, brillante y feliz sobre la juventud que
corre, se tropieza y repentinamente arde de amor. Un resplandor de
romanticismo negro cubierto de humor burlesco, un grito de rabia que le
sonríe a la luna.
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