El realizador de documentales James Marsh se estrena en el terreno del largometraje de ficción con una tragedia que se ceba especialmente con el auge del puritanismo evangelista que está experimentando su país.
Emerge evidente después de ver su trabajo, dada la habilidad innata para manejar espacios en los que sus personajes se mueven, el dominio de lo que se refleja en los movimientos de la cámara que se mueve con gracia en algunos planos secuencia realmente notable habilidad en la fabricación de las tomas de retratos reales, la liberación de una intensidad de cerca de un sentimiento, es la inocencia de una mujer joven o la maldad diabólica de la protagonista. Las desventajas de esta producción, por lo tanto, no se encuentra en la dirección, pero algunas deficiencias del guión, dirigido por Milo Addica, que a veces no es pretencioso y en perfecta armonía en todas sus partes, en los diálogos, por ejemplo, hay una búsqueda esencialidad que no conduce a la comprensión inmediata de una situación, pero por el contrario se sumerge en una superficialidad estado de la interacción entre los caracteres.
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