lunedì 14 ottobre 2013

Holy Motors (2012)




Dice Leos Carax que hace cine para los muertos y así presenta al inicio de la película a unos espectadores que lo parecen, cuando en realidad una película como Holy Motors nos invita a mirar de nuevo y a vivir en consecuencia de nuevo. Su obra, por encima de todos los discursos sobre la creación, o como consecuencia de ello, es una invitación a lo real. Asume con toda la soberbia del acto, con valentía, la función sacralizadora de la vida humana como sentido último de cine.


La obra de Carax apuesta por una rotura con la realidad, de manera que todo lo que vemos en pantalla puede traspasar (y así lo hace) las barreras de la lógica, pero lejos de ser una amalgama de escenas sin sentido lo que dota de gran fuerza a la película es que existe a su vez un hilo conductor, un guión más o menos lineal que funciona como un todo, a pesar de que está estructurado en pequeños episodios que se van desarrollando dentro del film sin romper la estructura principal.


Tras haber tenido una gran acogida en el ámbito cinéfilo y una distribución bastante generosa en salas, sería deseable que Leos Carax encarase su próximo film con optimismo y vitalidad entregándonos pronto otra buena película pues hasta ahora sus proyectos se han espaciado mucho en el tiempo. Con Holy Motors se ha reafirmado como director de culto pero a su vez asequible a un público amplio y parece asentarse como uno de los directores europeos más interesantes de la actualidad. Desde luego frente al comatoso cine mainstream constituye todo un revulsivo y, como en una vuelta de tuerca a la propia Holy Motors, una pieza necesaria para evitar la definitiva muerte de ese ente en relativo punto muerto llamado séptimo arte.




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