La película se plantea en el terreno del terrorismo religioso desplegado mediante ataques con explosivos, donde los involucrados son capaces de inmolarse convencidos de actuar bajo sagrados designios divinos provenientes de un ser superior que está disconforme con el accionar de cierto sector del mundo, y en donde los fines indudablemente justifican los medios.
Es una cinta muy llevadera desde su ritmo narrativo, que se beneficia con una intensa banda sonora con base instrumental étnica. Pero además posee un atractivo despliegue en la vertiginosa utilización de cámaras, las cuales presentan las imágenes desde distintos ángulos de enfoque para darle una variada y sugerente presentación visual al filme.
También es necesario mencionar que la cinta goza de convincentes actuaciones donde se destaca el aplomado trabajo interpretativo del actor de color Don Cheadle correctamente secundado por Guy Pearce. Ambos conjugan una consistente labor histriónica para consolidar aún más la contundencia de este thriller sobre infiltraciones en las células del terrorismo organizado. Es un filme bien compacto desde la estructura narrativa, enérgico y enjundioso desde la puesta en escena y que nos depara algunas pequeñas sorpresas narrativas en el momento del desenlace del conflicto como para dejar degustando una agradable impresión final.
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