Hay en "The kite runner" bastante de forzado planteamiento emocional, todo un tejido americanizado de una realidad distante a la que se pretende dar forma de cuento moral sin llegar a sobrevolar (como las dichosas cometas utilizadas aquí como elemento de unión bastante prescindible) sobre las simplezas de su guión y de sus formas.
Foster vuelve a las andadas buscando la lágrima fácil, intentando forzar escenas melodramáticas que además de todo, son inverosímiles. No me creo nada de lo que pasa en “Cometas en el cielo” y no es que busque exactitud o verosimilitud en una sala de cine, busco que lo que me cuenten pueda pasar (por lo menos en este tipo de género). Busco que las escenas estén rodadas con sensibilidad, no con sensiblería. Y Foster no demuestra aquí de conocer la materia por lo que empiezo a pensar que este director sólo es competente cuando detrás hay un buen guión.
El director de "Monsters ball" se mete en un fregado árabe al que no consigue extraer el potencial dramático necesario, quedándose en la ligereza de sus líneas, en lo evidente de su mensaje, en lo traicionero y plúmbeo de sus procesos de comparación entre civilizaciones. Queda un mensaje ligeramente efectivo, desvalido, inane, un largometraje al que se le ve venir, al que le cuesta transmitir vanos principios de empatía. Demasiado cuento forzado, poco verismo.
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